25 abril 2012/La Jornada http://www.jornada.unam.mx
(México)
Alfredo
Jalife-Rahme
Mi próximo
libro por salir, Irrupción de China en Latinoamérica: ¿oso panda o dragón?,
de enfoque multidimensional, concede un lugar apropiado a las geofinanzas sin
caer en el vulgar reduccionismo mercantilista (muy socorrido en nuestro medio).
El muy
sesgado Diálogo interamericano (AID, por sus siglas en inglés), con sede en
Washington y de corte neoliberal, publicó la penetración de la banca china en
América Latina (AL) y el Caribe, cuyo autor principal es Kevin Gallagher (ver
Bajo la Lupa, 11/4/12: Los nuevos bancos en la ciudad: las finanzas chinas en
AL).
El
presidente de AID es Michael Shifter, miembro del influyente Consejo de
Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés); forman parte de su
consejo directivo Ernesto Zedillo y el descalificado historicida Francis
Fukuyama, con una pléyade de connotados entreguistas de lo ajeno entre sus
miembros.
Los bancos
chinos representan la mayor tajada de ganancias bancarias globales: 21 por
ciento del total global (The Banker, 1/7/11).
Según
Banksdaily.com (2011), basado en capitalización de mercado, cuatro bancos
chinos aparecen en los 10 primeros sitios globales: Industrial Comercial Bank
of China (ICBC: lugar uno), China Construction Bank (CCB: dos), Agricultural
Bank of China (cinco) y Bank of China (BOC: siete).
Hoy las
geofinanzas son primordialmente asiáticas: seis principales bancos chinos
cuentan con una capitalización de mercado de 801 mil millones de dólares y
superan a los seis más grandes de Estados Unidos con 569 mil millones de
dólares (Banksdaily.com, 20/1/12).
Gallagher,
de AID –con patente sinofobia y latinofobia, sumada a una exagerada
anglofilia–, ya había escrito hace dos años el libro El dragón en la
recámara: China y el futuro de la industrialización de AL, en el que es muy
crítico del modelo mercantilista de México, victimizado por el neoliberal
Consenso de Washington, donde contrasta el desplome de la competitividad de
México en la economía mundial frente al ascenso de China.
A juicio de
Gallagher, las dos tendencias gemelas (sic) de pérdida de competitividad en la
manufactura y la revitalización de la producción de materias primas amenazan la
industrialización y la perspectiva de largo plazo de AL por carecer de
innovación tecnológica, lo cual es correcto en la patética situación del México
neoliberal, pero erróneo en el caso de Brasil.
Gallagher
resume su propio reporte (ase.tufts.edu/gdae/Pubs/rp/Gallagher
ChineseFinanceLatinAmerica.pdf) y aduce que desde 2005 China ha
otorgado empréstitos por más de 75 mil millones de dólares a AL: solamente sus
empréstitos por 37 mil millones de dólares en 2010 fueron mayores a los
préstamos conjuntos del Banco Mundial (BM), Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) y el US Ex-Im. ¡Vaya dato!
El Banco de
Exportaciones-Importaciones de China ofrece menores tasas de interés que su
homólogo de EU, lo cual es aprovechado por Argentina, Ecuador y Venezuela, que
padecen el ostracismo y exorcismo financieristas del G-7.
Expone que
los bancos occidentales y chinos no se traslapan significativamente en AL
debido a que otorgan diferentes (sic) empréstitos en volumen a diferentes (sic)
sectores en diferentes (sic) países, cuando los bancos chinos se han enfocado
en préstamos basados en recursos naturales y en los sectores de
infraestructura. ¡Obvio!: la banca israelí-anglosajona es financierista
especulativa, mientras la banca china es más economicista, centrada en trueques
de materias primas por créditos blandos.
Asevera que
los bancos chinos no imponen condiciones políticas a los gobiernos, pero
requieren compras de equipamiento y algunas veces acuerdos para venta de
petróleo, cuando los términos financieros de los acuerdos para la venta de
petróleo parecen ser mejores para los sudamericanos (¡supersic!) ¡Que conste la
semántica división geopolítica entre Sudamérica (sic) y AL, después de la
deserción latinofóbica del México neoliberal!
Por cierto,
CDB es uno de los tres bancos de política pública de China, responsable de
magnos proyectos de infraestructura, y su tarea consiste en el desarrollo del
sistema económico del mercado socialista. ¡Al revés de Banobras, uno de cuyos
directores fue Calderón!
Gallagher
aduce en forma controvertida que los préstamos del Chinese Development Bank
(CDB) se realizan en términos más estrictos (sic) que los del BM. De dudarse:
¡no puede haber mayor emasculación financiera que la del BM! Arguye que los
requerimientos ambientales de China no se comparan con los de su contraparte
occidental. De milagro no inventó una correlación artificial entre empréstitos
y derechos humanos.
Gallagher
estima que del total de los préstamos chinos a AL, 82 por ciento son de CDB, 12
por ciento de banco China Ex–Im, y 6 por ciento de ICBC.
A mi juicio,
la banca de los BRICS llena el vacío del insolvente G-7 cuando EU y Canadá
rehusaron insólitamente refinanciar al FMI (lo contrario del México neoliberal,
que regaló 14 mil millones de dólares).
Gallagher
explaya que los préstamos a AL no vienen aparejados de las condicionantes de
las instituciones financieras internacionales y de Occidente, por lo que pueden
obtener mayor financiamiento para sus proyectos industriales y de
infraestructura que buscan mejorar su desarrollo de largo plazo en lugar de las
modas (¡supersic!) del desarrollo occidental. ¡Sin duda!
Fustiga que
AL paga un alto premio por los préstamos de China, ya que la mayoría de los
empréstitos chinos por petróleo están vinculados a precio de mercado y no a su
volumen cuando, además, el costo del financiamiento chino está vinculado a
colaborar con las empresas y contratistas chinos. ¿No es lo que ha hecho
Occidente desde 1492?
Los mayores
empréstitos de China en el periodo 2005-11 van dirigidos en primer lugar a
Venezuela, por 38 mil 500 millones de dólares (¡petróleo manda!); Brasil, 11
mil 731 millones de dólares (segundo: prácticamente todo a Petrobras: 10 mil
millones); Argentina (tercero: 10 mil millones para su sistema ferroviario) y
Ecuador (cuarto: 6 mil 304 millones de dólares, ¡hidrocarburos hablan!)
Resalta la
soledad geofinanciera de la sinofobia del México neoliberal (exacerbada en la
etapa entreguista del PAN), con unos raquíticos mil millones de dólares.
Lo
interesante radica en que los empréstitos de los bancos chinos a AL se
dispararon en forma exponencial a partir de 2007. Ya para 2010 China aportaba
37 mil millones de dólares frente a 14 mil millones del BM, 12 mil millones del
BID y mil millones de dólares del US Ex–Im. ¡En solamente tres años las
finanzas chinas en AL pasaron de mil millones de dólares a un acumulado de 75
mil millones!
Según The
Financial Times (17/1/11), AL constituye hoy la mayor porción de los
créditos chinos en el extranjero (¡supersic!): del total de préstamos chinos
durante 2009-2010 por 110 mil millones de dólares, más de la mitad fueron
otorgados a AL, cuyas 2/3 partes fueron en forma de préstamos por petróleo
(¡supersic!)
Los
propagandistas de los multimedia israelí anglosajones, así como sus
instrumentos académicos muy sesgados, como AID –obscenamente sinófobo y
latinófobo–, pretenden colocar a las inversiones chinas y sus financiamientos
en AL con el rostro del dragón. De los propios países de AL dependerá que su
rostro se parezca más al oso panda. No hay que repetir los mismos errores.
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