sábado, 30 de maio de 2015

LOS MUROS QUE CAEN EN EL MAYO VATICANO

22 mayo 2015, LaStampa.it http://vaticaninsider.lastampa.it (Itália)

Algunas reflexiones del embajador de la República Argentina ante la Santa Sede

Eduardo Félix Valdés*
Ciudad del Vaticano

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EUA protegem em seu território o assassino do monsenhor Óscar Romero

Con la canonización este sábado del obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, en mayo se llega al punto más alto del concepto de “tender puentes y derribar muros” que se respira en la Santa Sede, al que se agregan el anuncio de beatificación a Monseñor Enrique Angelelli y a Dom Helder Cámara, la presencia en el Vaticano del fundador de la Teología de la Liberación Gustavo Gutiérrez y los históricos encuentros de Francisco con los Presidentes  palestino Mahmud Abbas y con el cubano Raúl Castro.

“Cuando alimenté a los pobres me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre me llamaron comunista”, Helder Cámara, Obispo de Olinda y Recife (Brasil) entre 1964 y 1985, en proceso de beatificación con expediente abierto el 3 de mayo pasado.

“Hay que tener el oído atento, siempre puesto a lo que dice el Evangelio y a lo que dice el Pueblo”, obispo argentino Enrique Angelelli, asesinado en La Rioja el 4 de Agosto de 1976 por la dictadura militar con apoyo de un grupo denominado “Cruzados de la Fe” y en proceso de beatificación por martirio
desde el 10 de mayo último.

“La Justicia es igual a las serpientes, solo muerde a los que están descalzos; si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, monseñor Óscar Arnulfo Romero, obispo salvadoreño asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en una capilla de un hospital de San Salvador, beatificado este fin de semana.

“Sí. Ha caído un muro”, afirmó el sacerdote peruano autor de la Teología de la Liberación, Gustavo Gutiérrez, en pleno Vaticano el propio día 12 de mayo.

Si bien pronunció la frase en referencia a los procesos de beatificación de los obispos Óscar Arnulfo Romero, este fin de semana, y Enrique Angelelli, en curso desde el 10 de mayo por impulso concreto del papa Francisco, su presencia en la Santa Sede fue, en cierto modo, la caída de un otro muro en el Vaticano.

“Ha cambiado el sentido del martirio. Normalmente se es mártir porque se es asesinado ‘en odium fidei’ (en odio a la Fe por profesantes de otra Fe), pero este no es el caso de Romero ni de Angelelli. Fueron asesinados por que se decían cristianos. Como decía el documento de Aparecida fueron asesinados por seguir a Dios, a la Iglesia y al pueblo. Es muy interesante. Es una extensión del significado del martirio. Ofrecieron testimonio de la justicia y de la dignidad humana.”, explicó.

Efectivamente, la ola de dictaduras que plagaron nuestra región en las décadas del los años 70 - 80 declaraban actuar en defensa de la civilización occidental y cristiana. En cambio, en nombre de esa defensa, vulneraban los principios más básicos del cristianismo y de la doctrina social de la Iglesia, como el respeto a la dignidad de la vida humana y la misericordia y el amor al prójimo, matando, torturando, oprimiendo y explotando a los pobres en nombre de sus intereses económicos. Para justificar la acción de estos asesinos los denominaban “Obispos rojos”: se los acusaba de ser “marxistas”.

En esa línea, el postulador de la canonización de Romero, Monseñor Vincenzo Paglia, declaró que “al igual que otros sacerdotes en la América Latina de aquellos años, (Mons. Romero) fue víctima de un sistema oligárquico formado por personas que se profesaban católicas y veían en él un enemigo del orden social occidental y de lo que ya Pio XI, en la Quadragésimo anno, llama ‘dictadura económica’”.

El proceso de canonización de Monseñor Romero fue descongelado por el Papa Francisco al igual que, como manifestó el Obispo de La Rioja Monseñor Marcelo Colombo, para la beatificación de monseñor Angelelli fue decisiva la inclusión de dos documentos que el Santo Padre le envió para presentar ante los tribunales argentinos, donde Angelelli le confiesa al Cardenal Pironio que le acababan de matar a dos sacerdotes y que temía por su vida ante las amenazas.

Con esas acciones, en nombre de estos valores universales de “Justicia y dignidad humana”, el Santo Padre logró construir puentes y derribar los muros que enfrentan a los pueblos y actuar directamente como mediador en los conflictos más sensibles del escenario mundial. 

A mediados de mayo Francisco recibió en el Vaticano al líder palestino Mahmud Abbas, en vista del reconocimiento de la Santa Sede al Estado de Palestina, calificándolo como un “ángel de la paz” para la Tierra Santa, y al día siguiente canonizó a dos monjas de origen palestino. 

Una semana antes, había recibido al líder cubano Raúl Castro quien públicamente le agradeció al Santo Padre por su “contundente” contribución al histórico restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos” y llegó a prometer: “si el Papa sigue hablando así yo volveré a rezar”.

Así, del impulso a las beatificaciones de los mártires latinoamericanos al trabajo por el acercamiento entre los pueblos, estos días han sido una viva muestra de la apuesta papal por la paz. Y si hace 47 años, en otro mayo histórico, las reivindicaciones apuntaban a ser “realistas y pedir lo imposible”, en este mayo Vaticano Francisco convierte en reales algunos de esos retos que parecían imposibles con su mensaje de una “Iglesia de los pobres y para los pobres”, personificada en la figura de Monseñor Romero.

* Embajador de la República Argentina ante la Santa Sede

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El Salvador/Carta de Monseñor Romero al presidente Jimmy Carter
25 mayo 2015, ADITAL Agencia de Información Fray Tito para América Latina (Brasil)
Juan José Tamayo
Adital

Poco más de un de un mes antes de ser asesinado, al enterarse por la prensa nacional de que Estados Unidos estaba estudiando la posibilidad de enviar ayuda económica y militar a la Junta de Gobierno de El Salvador, Romero escribió una carta al presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, en la que le expresaba su preocupación por que el Gobierno de los Estados Unidos estuviera estudiando la manera de favorecer la carrera armamentística de El Salvador con el envío de equipos militares y asesores.

Si tal información se confirmara, escribe Romero, la medida de Estados Unidos "en lugar de favorecer una mayor justicia y paz en El Salvador agudiza sin duda la injusticia y la represión contra el pueblo organizado que muchas veces ha estado luchando por que se respeten sus derechos humanos más fundamentales”.

El arzobispo de San Salvador acusaba a la Junta de Gobierno, las Fuerzas Armadas y los Cuerpos de Seguridad de El Salvador de que "solo han recurrido a la violencia represiva produciendo un saldo de muertos y heridos mucho mayor que los regímenes militares recién pasados”. Por eso pedía a Jimmy Carter que prohibiera dar dicha ayuda militar al Gobierno salvadoreño y que "su Gobierno no intervenga directa o indirectamente con presiones militares, económicas, diplomáticas, etc. en determinar el destino del pueblo salvadoreño”.

Citando la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla, Romero consideraba deplorable e injusta la intromisión de potencias extranjeras en la trayectoria económica y política del país y reclamaba el derecho a la legítima autodeterminación. Dado su elevado nivel de concientización y organización, creía que el pueblo era el único capaz de superar la crisis en la que se encontraba el país y de asumir la gestión responsable del futuro de El Salvador.

Numerosas fueron las muestras de solidaridad con la Carta que llegaron de diversos sectores del pueblo y de la Iglesia, entre ellos religiosas y sacerdotes que trabajaban pastoralmente en El Salvador y varios obispos latinoamericanos que expresaron a Romero su apoyo por dicho gesto de protesta, así como su solidaridad ante la destrucción de la emisora de la archidiócesis.

La carta fue calificada de "devastadora” por un miembro del Gobierno de Estados Unidos. Calificativo que fue respondido por Romero diciendo que "no he querido devastar, sino simplemente, en nombre del pueblo, pedir lo que ya gracias a Dios parece ha hecho abrir los ojos a Estados Unidos”. Jimmy Carter le respondió con una larga misiva en la que justificaba su apoyo a la Junta porque "ofrece las mejores perspectivas” y afirmaba que "la mayor parte de la ayuda económica será en beneficio de los más necesitados”.

No obstante, en la "ayuda militar, Estados Unidos reconoce desafortunadas actuaciones que ocasionalmente han tenido las Fuerzas Armadas en el pasado”. Y dirigiéndose a Romero Carter afirma: "Nos preocupa tanto como a Usted que no sea usado ese subsidio en forma represiva y que se trata de mantener el orden con un uso mínimo de fuerza letal”.
La carta de Carter se refería a la necesidad de un ambiente menos beligerante y de menor confrontación y aseveraba que los Estados Unidos no interferirían en los asuntos internos de El Salvador. Mencionaba, además, la amenaza de guerra civil que presenta como alternativa a las reformas del Gobierno.

Romero dio a conocer el contenido de la carta de Carter en la homilía del 16 de marzo de 1980 y también su valoración. Le parecía un juicio político discutible decir que la Junta de Gobierno de el salvador ofrecía mejores perspectivas. Sobre la injerencia de Estados Unidos en los asuntos de El Salvador, el comentario del arzobispo no podía ser más expresivo: "Esperamos que los hechos hablen mejor que las palabras”.

Sobre la alternativa de guerra civil a las reformas de la Junta a la que se refería el Presidente estadounidense como amenaza, Romero creía que su tendencia era a crear psicosis, que no había que estar impresionados por una próxima guerra civil y que había otras alternativas racionales que era necesario buscar.

Sobre la ayuda militar reclamaba una severa vigilancia "para que no redunde en represión de nuestro pueblo. Y esto es evidente porque la postura de la Fuerza Armada se ha ido, cada vez más, haciendo pro-oligárquica y brutalmente represiva”.

La Carta de Monseñor Romero a Jimmy Carter demuestra que la denuncia profética del arzobispo de San Salvador no solo se dirigía al poder político, económico, militar y paramilitar de su país, sino que apuntaba al corazón mismo del Imperio norteamericano en la persona de su Presidente.

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EUA protegem em seu território o assassino do monsenhor Óscar Romero
23 maio 2015, Pátria Latina http://www.patrialatina.com.br (Brasil)

Neste sabado (dia 23 de maio), a Igreja Católica beatificará o monsenhor Óscar Arnulfo Romero, sacerdote salvadorenho assassinado em 1980 por Álvaro Saravia, franco-atirador e capitão da Força Aérea. A Junta Militar salvadorenha deu a ordem para liquidar Romero por suas denúncias abertas contra a repressão oficial. Trinta e cinco anos depois, a justiça segue sem punir os autores materiais e intelectuais deste crime.

No ano passado, em "Caribe Nuestro” [Nosso Caribe] conversamos com o sacerdote jesuíta Bruno Renaud sobre a vida e o legado de monsenhor Arnulfo Romero. Continuando repomos a nota na qual Renaud relata que o assassino de Romero está em território estadunidense protegido pelas autoridades deste país.

Sacerdote Bruno Renaud denuncia que Estados Unidos protegem assassino do monsenhor Romero

Quem foi monsenhor Romero?

"Ele foi um bispo da cidade de San Salvador. Foi eleito por ser um bispo de muita retidão em suas ações, mas, no entanto, muito conservador do ponto de vista social”, explica Bruno Renaud.

Monsenhor Romero fez sua conversão à raiz do assassinato de um amigo sacerdote por parte dos militares. Mataram-no, supostamente, porque era comunista, mas monsenhor Romero sabia que isto era falso.

"Este crime foi para monsenhor Romero o início de um processo de questionamento fundamental, sobretudo, do ponto de vista social”, comenta Renaud.

O reino da desigualdade
Nessa época, El Salvador estava marcado pela desigualdade social. Quatorze famílias controlavam a riqueza do país. Ademais havia uma longa tradição de camponeses massacrados.

"Entretanto, monsenhor Romero não estava comovido por isto, e foi necessário que um amigo sacerdote fosse assassinado, para que ele começasse a questionar totalmente sua própria vida social e seus compromissos”.

A partir desse momento, monsenhor Romero aplicou ao pé da letra "a opção pelos pobres”. "Nesse contexto, monsenhor se converteu e começou a ler, a perguntar e aí foi onde realmente nasceu o novo monsenhor Romero”, prossegue Renaud.

"Tal como Jesus, monsenhor Romero teve dois anos e meio de uma vida ‘nova’, mas extremamente ativa e muito comprometida, para mudar suas opções até esse momento”, acrescenta.

Resposta do Vaticano
"O trágico na vida de monsenhor Romero foi que o bispo de Roma, o Papa naquele momento, João Paulo II, Karol Wojtyla, não estava sensibilizado ante esse tipo de testemunhos. Quando monsenhor Romero quis explicar-lhe a gravidade do conflito prolongado em El Salvador e a importância de optar pelos pobres fisicamente aniquilados pelo exército, o Papa não entendeu”.

"O Papa o escutou friamente, com distância, sem nenhuma convicção, e disse ao monsenhor que ele tinha que fazer um esforço para se reconciliar com o governo salvadorenho. Disse isso o papa que, durante toda a sua vida na Polônia, tinha sido um opositor ferrenho do seu próprio governo”.

"O próprio Romero contava entre lágrimas sobre essa entrevista com João Paulo II, que teve lugar um mês antes do assassinato de Romero”, recorda Renaud.

E os responsáveis?
A 34 anos [este ano, 35] do assassinato de Romero, se sabe quem foram os autores intelectuais e materiais do crime. "O responsável intelectual foi o major Roberto D’Aubuisson, três vezes candidato à presidência salvadorenha, de extrema direita fascista. O franco-atirador contratado foi o ex-capitão da Força Aérea do país centro-americano, Álvaro Saravia. Ele confessou vários anos depois, mas é protegido nos EUA e nunca pagou por seu crime. Ele voltou ao anonimato. Não sei se continua vivo ainda”, conta Renaud. D’Aubuisson foi fundador do partido de direita Arena, foi agente da CIA, criador e máximo chefe dos esquadrões da morte. Ele morreu em 1992.

"A morte de Romero não foi o único crime conhecido dos militares salvadorenhos. Uma equipe de sacerdotes da Universidade Católica da América Central foi assassinado em 1989. Tiraram eles dos seus quartos e os assassinaram friamente. Eram seis jesuítas mais a cozinheira e sua filha, que tinha 15 anos”.

O sacerdote jesuíta Bruno Reanud explica que o conflito terminou legalmente na década de 1990 e a tendência interna em El Salvador é de não reabrir os julgamentos contra os militares por crimes de lesa humanidade desse período, para não incitar novamente o conflito armado.
"Sabe-se, perfeitamente, quem são os responsáveis por esses massacres e crimes, mas ainda não começou o processo para acabar com a impunidade. Pode ser que, agora, com a chegada à presidência de Salvador Sánchez Cerén, sim, sejam abertas as portas para a justiça”.

Monsenhor Romero, santo dos pobres do continente
Enquanto João Paulo II foi papa, não avançou o processo de beatificação de Monsenhor Romero. No entanto, Bruno Renaud afirma que Romero já foi santificado pelas comunidades populares da América Latina.

"Dois anos depois do seu martírio, monsenhor Romero foi canonizado por todas as comunidades cristãs e tomado por São Romero da América. Assim afirmou o monsenhor Pedro Casaldáliga, bispo brasileiro que se solidarizou plenamente com ele”.
"Ainda não chegou o tempo para que todo o povo salvadorenho, como um só homem e uma só mulher, venere monsenhor Romero como um só bandeira. Romero foi realmente um grande santo nacional de El Salvador”.

Renaud acrescenta que os países da América Latina, em particular a comunidade cristã e, em especial, os pobres do continente, têm muitos motivos para considerar monsenhor Romero como seu santo patrono.

"Pessoalmente, tenho a absoluta convicção de que as décadas que virão reconhecerão um papel fundamental dentro da recristianização da igreja de El Salvador e da América Latina”.
"Monsenhor Romero é uma tocha, uma luz que brilha nas atuais condições latino-americanas. Indubitavelmente ele está destinado a ter muito mais visibilidade nas décadas que virão, mas já há bastante tempo, os pobres e as comunidades cristãs escolheram monsenhor Romero como seu santo padroeiro”.

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