Ya he contado en un montón de ocasiones como Microsoft, con diversas fórmulas de
diferente calado moral, intenta acabar con la soberanía tecnológica de
los países. Desde los diferentes métodos, tipo la primera dosis es gratuita, a
la creación de bulos, como esta ocasión, a incluso romper la baraja y el libre
mercado, imponiendo sus únicas soluciones.
Dado que además tiene su principal foco de atención puesto en
Latinoamérica, de ahí que lleve todos estos últimos años protagonizando la nueva colonización, y donde, sin embargo,
cada día más países basan su progreso y su desarrollo estratégico en el
software libre, no como una cuestión de costes, sino de seguridad,
independencia, futuro y soberanía, o lo que es lo mismo, se trata de futuro y libertad.
Si hace unos meses nos asombraba el desparpajo con el que el
representante de Microsoft para Latinoamérica insultaba a los
diferentes responsables políticos y técnicos, ahora no lo es menos que la
representante de Microsoft Paraguay, tras lograr un importante feudo en Paraguay como es la
educación -y mejor no entrar en la catadura legal y moral de como lo
logró-, intente trasladar miedo, incertidumbre, duda,.. a otros
países, con afirmaciones de una vileza tal, solo dignas de una representante de la multinacional
tecnológica de las licencias y la esclavitud tecnológica.
¿Cómo es posible que afirme que “los productos libres son de
mala calidad y de una vida útil muy corta…….debido a la obsolescencia de éstos
en poco mas de un año se vieron obligados a cambiarlos por sistemas operativos
comerciales de Microsoft.”?
Cuando si en algo se caracterizan las aplicaciones de software libre es
justamente en todo lo contrario, son soluciones maduras, mantenidas por
empresas y comunidades, que se actualizan con mayor velocidad que las
privativas, que no están al dictado de momentos mercantiles, que presentan un
número menor de errores en las líneas de código; y que además, nos permiten
utilizar nuestro hardware durante mucho más tiempo, ya no solo porque tienen
una inferior demanda de requisitos, sino también porque permiten la
autoconfiguración y/o autoadaptación a nuestras necesidades. ¿O es que no han
escuchado o leído cientos de casos con los que con software libre se han
reciclado equipos informáticos y han vuelto a renacer? Y si no, que se lo digan
por ejemplo a mis compañeros de Focus con el proyecto que vienen desarrollando en los
campamentos de refugiados en el Sáhara.
Con software libre somos nosotros los que decidimos cuando y como
actualizarnos, tanto a nivel software como hardware, mientras que con software
privativo es el vendedor de licencias, el que decide cuando deberemos
actualizar nuestros sistemas (tanto software como hardware).
Nunca olvidemos que Microsoft cuando nos hace promesas de regalos y bonitas
tecnologías, lo único que hace es vendernos o semiregalarnos licencias de uso, nada más que licencias o
royalties, que luego, cuando llegue el momento nos lo cobrará de dos maneras, esquilmando nuestras arcas públicas y
sometiendo a nuestras futuras generaciones que solo conocen este
tipo de aplicaciones.
Pero es que además dice que Uruguay abandona el software libre, cuando no
se conocen noticias al respecto y todo lo que se sabe es que el Plan Ceibal
(la versión uruguaya del OLPC) lleva ya más de 5 años, con los que se forman a
diario todos los escolares de primaria en libertad. Como me dice mi amgio Ismael Castagnet: “el plan ceibal hace 5
años que está en Uruguay y entregó 380.000 computadoras con linux al 100% de
los alumnos de educación primaria y acá nadie habla de que vaya a cambiar el
sistema operativo”.
Ya está bien de escuchar a grandes consultoras y bufetes, a “iluminadas”
representantes de la corporación tecnológica por excelencia, en hacernos creer,
una y otra vez que, son las hermanitas de la caridad, debemos poner las tecnologías al servicio de la Sociedad,
y no a la sociedad al servicio de las corporaciones tecnológicas.
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